La devoción al santo negro se extiende por varios municipios trujillanos. (Foto: Jogly Valero) |
Desde La Ceiba, Motatán, Pampán, Rafael Rangel y San Rafael de Carvajal por nombrar algunos, son los municipios que están rindiendo tributo y pagando promesas a San Benito de Palermo
Con el San Benito de Betijoque, los trujillanos piden permiso en la iglesia con una misa, para salir a las calles y avenidas a pasearlo y rendirle tributo. La devoción a San Benito de Palermo une a los trujillanos, en la fe, con la particularidad del resonar de los tambores y la algarabía de una fiesta popular.
En el municipio Rafael Rangel parte la alegría del pueblo trujillano hacia el Santo Negro, al día siguiente de la Navidad, así como en el sur del Lago de Maracaibo. Entre rezos, plegarias, el baile, los tambores, promesas y licor, toda localidad que venera al Santo Negro, combina la fiesta con la fe.
Damas, caballeros y niños acompañan en procesión a San Benito, desde su altar en la iglesia y al salir del recinto, donde el pueblo lo espera para venerarlo, es el baile y la cercanía lo que prevalece en el ritual. Todos quieren tocarlo, todos pedirle bendiciones, cargarlo y bailarlo porque así lo asumió la colectividad, tomando como raíz la fiesta de los esclavos.
En nuestro estado, pasa por La Ceiba, Motatán, San Rafael de Carvajal, entre otros municipios durante el mes de diciembre, y cuando llega enero, la algarabía domina a los pampanenses y se paraliza el pueblo, para que San Benito reparta su bendición. La cita de los tamboreros y devotos en Pampán, es el 18 y 19 de enero. (Patricia Araujo/ Valera Noticias)